Como pasan los años

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Ing. Felipe Rios Tiusabá.

Al ver y escuchar a mi abuelo se notan como los años merman la movilidad de sus extremidades y la sonoridad de sus palabras, a pesar de su sabiduría y experiencia los viejos quedan relegados a vivir entre la habitación y el baño o peor aún entre el hospital y la casa. Pasan sus noches en vela, con limitadas horas de sueño que ompensan con el radio o el televisor, a veces en silencio para no interrumpir a sus familiares, que siempre están ocupados, sobre todo frente al celular. Ya no le consultan sobre lo que apetece de desayuno, almuerzo o cena, sus anécdotas a nadie importan, ni siquiera a la nieta de 6 años.

La pensión garantiza de cierta manera que lo atiendan hasta sus últimos días o que le puedan pagar su estadía en un ancianato, atrás quedaron las tardes de vagancia con amigos porque ellos están igual o peor de salud, otros ya murieron.

Los domingos se convierten en los únicos días que alteran la cotidianidad porque vienen de visita los hijos y nietos, comparten el almuerzo o unos cuantos minutos de la tarde, al final del día todo vuelve a ser igual, tomar la pastilla de la 5, ir a la cama, ver el noticiero y suspirar.

En cuanto a la medicina, vale la pena verificar que tan eficiente son dichos químicos en el cuerpo, dado que por solucionar una dolencia posiblemente termina alterando otro órgano, en definitiva, los medicamentos se crearon para alargar la existencia y evitar el dolor, empero otros seres vivos recurren a la naturaleza y llegan al mismo objetivo, de seguro el papá de mi abuelo recurría a las plantas medicinales. Solo que ahora se le dañaría el negocio a las EPS y a las multinacionales farmacéuticas que también producen plaguicidas.

Un abuelo citadino tiene un ciclo de vida menor al abuelo campesino, en parte porque la alimentación campesina está alejada de conservantes, edulcorantes y cuanta cosa se inventan para hacer comida procesada, también porque el campesino no practica el sedentarismo. Dado que el frenesí de la ciudad no da espacio para la reflexión al menos que no se olvide que el crecimiento poblacional de las ciudades colombianas se viene dando de manera exponencial desde 1950, el censo de 1951 proyectó 715.250 habitantes para la ciudad de Bogotá, es decir la población bogotana tiene raíces campesinas, heredaron genes de personas que buscaron mejores oportunidades económicas -entre quienes se incluyen mi abuelo y gran parte de sus hermanos- otros llegaron huyendo de la violencia.