Las trampas del progreso

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Ing. Felipe Rios Tiusabá.

Sin duda las casi dos décadas y media del siglo XXI han tenido un avance en términos de tecnología y comunicación, se pasó de usar el teléfono fijo, al Beeper y luego al celular, que se ha convertido en el dispositivo indispensable para cada día.

En mis manos tuve el primer celular cuando estaba en la universidad, era el famoso 1100 de Nokia, un aparato que hacia lo necesario para la comunicación: llamadas de voz y mensajes de texto, y para la diversión Snake (culebrita). Ahora el celular ha reemplazado otros accesorios: cámara, reloj, agenda, computador y control remoto, etc.

En términos generales este avance específico es considerado como progreso, pero y qué es progreso, acaso va de la mano con el principio de la microeconomía que considera que los recursos naturales son ilimitados en un planeta finito, ¿justificando así el constante crecimiento económico de la sociedad, como sí esa fuera la manera única manera de resolver los problemas de la humanidad?.

Al comprar un celular nunca se relaciona la degradación natural que causa su manufactura (explotación de minerales como aluminio, cobre, cobalto, oro, paladio) y mucho menos la contaminación que se genera al desecharlo al cabo de uno o dos años mientras aparece un nuevo modelo, algunos estudios señalan que para compensar la huella de carbono, el celular se debería usar más de treinta años antes de cambiarlo.

Los avances tecnológicos y el mal llamado progreso que venden los medios de comunicación como única y mejor forma de facilitar la vida de las personas, están consiguiendo todo lo contrario al fomentar la pereza y limitar la comunicación, ahora ni siquiera se llama a la cumpleañera, solo se reenvía un mensaje, en las reuniones familiares ya no se miran a los ojos y los lindos momentos quedan en la memoria de celular o en una red social pero rápidamente se olvida en la memoria y el sentimiento del ser.

Ni que decir sobre la inteligencia artificial, que se autoproclama como el inicio de la cuarta revolución, enfocada en la automatización, pero tanto avance parece solo beneficiar a unos pocos (los más poderosos) y solo basta con ver películas como Yo robot o Blade Runner para dimensionar como va a terminar tanta inteligencia artificial y tanto avance tecnológico. No es por ser apocalíptico o catastrófico empero para allá vamos.