¿Qué tal?
Los actuales tiempos presentan una sobrecarga informativa que se aglutina en las redes sociales y en el WhatsApp, ahora vivimos en medio de una epidemia de datos, oticias falsas y supuestos influenciadores que incendian las redes sociales con información que no confirman o con suposiciones.
De lado quedaron: el periódico, la radio y la televisión, ahora las noticias, los chismes y otra información llega por WhatsApp, esa dichosa aplicación de mensajería instantánea gratuita que traducida significa ¿Qué tal?, se ha convertido en algo indispensable como el mismo celular en la vida de los y las colombianas. En este punto, me atrevo a indicar que el algoritmo detrás de dicha aplicación gratuita conoce mejor a una persona que la misma pareja, padres, hermanos o hijos, todo porque en el historial de chat, fotos, videos y geolocalización se condensan los gustos, inclinación religiosa y política, los secretos amorosos, incluso el paso a paso de algunos casos de corrupción. Toda esa información es el verdadero tesoro de WhatsApp. La monetización no la percibe cada usuario, pero llega por la comercialización de bases de datos para perfilamiento publicitario, político y financiero, aunque el verdadero terror llegará cuando decidan monetizar a cambio de no divulgar información privada o comprometedora, una especie de chantaje unilateral. Hasta ahí llegará la gratuidad del servicio.
Ante esto propongo asumir un comportamiento anárquico contagioso basado en la ausencia de restricciones y controles, resolviendo necesidades de manera autónoma e independiente, evitando los medios de comunicación tradicionales, dejando de usar redes sociales y el famoso WhatsApp. El comportamiento de unos y otros a pesar de sonar extremista sin duda se estabilizará y encontrará un equilibrio, similar al que promueve la economía del libre mercado, que al fin y al cabo son primos hermanos con la anarquía.
A pesar de ser poco común, la anarquía permite que cada individuo decida su comportamiento con acciones críticas, evitando seguir o emular a otros, está presente en cada comportamiento diario, en los conductores que se pasan el semáforo en rojo, en los motociclistas que no usan el casco, en los grafitis, en las paradas de buses y en las cebras peatonales que no son usadas, en los que parquean en sitios prohibidos, en los que no pagan el transporte público, en fin, está presente en todos los estratos, de ahí la mala fama que tiene. Pero anarquía también es tomar decisiones en consenso, es estar en desacuerdo con el poder que gobierna, es tratar con respeto a los demás, en definitiva, la anarquía es la más alta expresión del orden porque establece un orden voluntario, no un orden impuesto, propiciando una sociedad capaz de autocontrolarse.